Capítulo 1

No sé exactamente cuanto tiempo me estuvieron metiendo la cabeza en un barril lleno de agua. Esperando a que confesara los motivos de mi entrada en la ciudad de Drapressus. Todo este énfasis que ponían ellos en descubrirlo era porque esa ciudad en sí ya no existía para nadie, había muerto. Muy poca gente sabía como llegar allí, a no ser que fueras de allí. Si ese era el caso, entonces eras un bien preciado para descubrir a los demás supervivientes y exterminarlos a todos, de una vez por todas. Lentamente mis pensamientos se iban difundiendo haciendo que en un momento dado ya no diferenciaba cuando respiraba agua o tragaba aire, fue cuando caí inconsciente una vez más.
Noté un escalofrío que recorrió mi columna vertebral e hizo ponerme la piel de gallina. Tosiendo algunos restos de agua que quedaba en mis pulmones, vi como mis muñecas y tobillos estaban atados a una silla de metal con una áspera cuerda, que ya me había dejado marcas rojas en la piel. Intenté moverme sin ningún resultado positivo, habían apretado a conciencia esas cuerdas. Entonces me empecé a fijar dónde estaba exactamente, había un gran ventanal a mi derecha donde pude apreciar el frío brillo de la luna en una noche despejada. A parte del ventanal no había nada más, solo una silla enfrente de la mía y una puerta tras de mi ,supongo , ya que únicamente veía una impecable y lisa pared desde mi posición. El silencio con el que estuve por bastante tiempo se rompió por el ruido de unos pasos y susurros. La puerta chirrió al abrirla, creando un escalofriante sonido. Intenté aparentar serenidad, aunque por dentro me moría de ganas de liberarme y coger lo que quería por la fuerza. Pero J prefirió hacerlo de esta manera más “civilizada” como repitió un millón de veces. Rompiendo el hilo de pensamientos que pasaban por mi mente, visualicé un hombre de mediana edad en un traje gris con su corbata y zapatos a conjunto, posarse delante de mi. Sin poderlo evitar lo miré directamente a la cara. Tenía el pelo peinado hacia atrás, corto pero no mucho. Facciones rudas y anchas, junto con una barba para enmarcar estas. Pero al ver sus ojos color chocolate tuve la sensación de saber de quién se trataba, me era extrañamente familiar. Entonces lo recordé, del día en que mi mundo no volvió a ser nunca más el mismo. Ese hombre era como yo, era un superviviente. Lo extraño era que no me hubieran avisado antes de su existencia, ¿o sí lo hicieron?
-Podéis dejarnos a solas -dijo a la vez que asentía a alguien que estaba cerrando la puerta.- Así que al final han iniciado el proyecto – no entendí muy bien aquellas roncas y ásperas palabras que aquel extraño acababa de pronunciar.
-¿Perdón? -susurré con una voz que no parecía la mía. En ese mismo momento debía tener una cara de estúpida, pero no podía evitarlo, aunque quería mantener la boca callada. - ¿Cómo sabe sobre..? -dejé la frase al aire al morderme con fuerza la lengua, degustando el sabor de mi sangre supe que estaba bajo control por el momento. No debía levantar sospechas y empezar a despotricar sobre el proyecto Alfa no era precisamente la mejor opción.
-Conmigo no hace falta que tomes precauciones niña, más bien tendrás que tomarlas con los que vengan después de mi.
Se giró hacia la silla, desabrochándose los botones de la chaqueta y sentándose. Cuando me miró lo hizo de una manera desconcertante, no me miraba como si quisiera saber, más bien me miraba como si supiera más que yo. Tragué saliva lentamente junto con sangre. Sin tener ganas de perder contra esa mirada, le respondí silenciosamente con una indiferente mirada, junto con una sonrisa torcida. Entonces hizo algo aun más desconcertante, se empezó a reír, aunque intentaba no hacerlo ruidosamente, pero no lo conseguía.
-Tienes agallas jovencita, creo que te eligieron bien para hacer esto -se recompuso después de su ataque repentino de risa y puso un semblante serio.- Ahora escuchame con atención, te han inyectado un prototipo desarrollado en los laboratorios que te impide mentir o fingir. Por ese motivo he pedido expresamente ser yo el primero en interrogarte, comienza a hacer efecto entre los veinte y treinta minutos, durante ese tiempo circula sin cesar por el sistema circulatorio hasta llegar a tu cerebro. Donde provoca que cada cosa que pienses salga de cualquier manera. Esta información no la sabe prácticamente nadie, así que aprovecharemos la ventaja que tenemos y evitaremos que ese suero te haga efecto -se levantó elegantemente de la silla , acercándose más a mi.- ¿Estás dispuesta a hacer cualquier cosa para cumplir tu misión?
En verdad no sabía si podía confiar en aquel hombre, pero algo me decía que podía y por lo normal mi instinto no me fallaba. Mostrando una descarada sonrisa en su dirección, y sin ninguna duda reflejada en mis ojos le contesté exactamente lo que pensaba sin tapujos.

-Por supuesto.

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